lunes, 28 de septiembre de 2009

"flor naranja/island" -09/09


munchen-schwabing esquina, 2009

Así es como se visten las señoras mayores de sesenta años aquí: pañuelos sobre la cabeza anudados en el cuello, pelo blanco que aparece en forma de flequillo bajo el pañuelo, gafas de ver de pasta gruesa color gris o negro y gabardinas en tonos claros. Medias en tonos opacos y zapatos de color blanco-crema , “esos zapatos de señora mayor alemana que están vendiendo ahora en Williamsburg por más de 150 dólares el par”, como contestaba Emily del Whitney Museum al preguntarle si necesitaba comprar algo en München para llevar de vuelta a NY. Noo waaay! …Reeeaalllyyy?

Alemania siempre me ha parecido muy años cuarenta. Plagada de estas esquinas en las que parece me siento retornar a la época del fin de la guerra. Como si hubiera pertenecido al ayer ese momento en el que los austeros cafés, apenas reconstruidos tras los bombardeos, pudieron volver a mostrar los pasteles y panes, -bien oscuros-recién sacados del horno-, de forma impecable tras las flamantes vitrinas de cristal. Y las gabardinas, los pañuelos sobre la cabeza, las bicicletas con la cesta llena con la compra. Y las faldas largas, siempre bajo la rodilla. Ese tipo de faldas son las que voy a llevar este invierno. Ya tengo una tableada blanca que encontré en el Lago Constanza y otra azul lisa inglesa de la misma época. Y una rebeca y zapatos planos, ambos color granate. El pelo, ahora que lo tengo largo, iría fantástico con unas ondas y un sombrero. Y un “schönnen Abend noch” por despedida cuando todavía no es de noche.

Entonces te preguntas cuanto tiempo te queda para ser una de ellas.
Y si te verás tan hermosa y elegante como ellas.
Sería bonito.

sábado, 19 de septiembre de 2009

blanco


blanco luz, blanco claro, blanco que no termina de ser gris. gris que no termina de ser blanco. buscando la verdad. por dentro y fuera. que no quede hueco que restañar en el esmalte interno.

escribir. vivir.
vivir para escribir.
escribir para vivir.
madrid siempre tan intensa, en tan poco tan tiempo. un bello viaje.

y la vuelta, al blanco claro.
al gris que no es gris.
al blanco que no es gris.
a la calma y al trabajo.

jueves, 17 de septiembre de 2009

ai weiwei está en el hospital


A Weiwei le duele la cabeza. Estamos cenando y el ojo izquierdo le llora constantemente. “Me duele la cabeza. Me he tomado una pastilla, pero no se me pasa. Llevo unos cuantos días así”. Es domingo y pese al cansancio y el dolor de cabeza imposible se mantiene educado hasta la saciedad. Respondiendo con admiración a todos aquellos que quieren compartir una palabra con él. “Porque yo he sido durante muchos años el restaurador jefe de la Documenta”...“Ohhh, good times in Documenta, is always fun”. Pero lo noto cansado y lo cuido, Weiwei, prueba esta mostaza, es la dulce, es exquisita, los platos de comida, la conversación calmada cuando veo que tengo a una persona a mi lado que no se encuentra bien del todo. Siento que agradece mi silencio y nula necesidad de impresionarlo. Sentí una cercana empatía nada más verlo, cuando llegó y saludó al equipo con una pequeña reverencia de cabeza. Siempre me ha encantado la humildad asiática. Nada que ver con el histrionismo occidental que rodea al mundo del arte contemporáneo. Weiwei tiene una “familia” de la que cuida, asistentes que como él dice, “van apareciendo. No sé realmente como llegan, a algunos los conozco desde hace años, otros, simplemente aparecen en el estudio y quieren trabajar. Y normalmente se quedan”. Son más de 100, entre el estudio de fake design que tiene en Beijing además de todas las personas que se encargan de realizar piezas de producción con métodos artesanales en las zonas más rurales de China. Como me cuenta “a algunos de ellos apenas los entiendo cuando hablan por sus distintos acentos. Hablan dialecto, y yo hablo mandarín, pero al final, nos entendemos". Y sin embargo esa forma de trabajar se vería totalmente disparatada en Occidente, “ya lo sé, pero es que a mí me gusta la gente. Vengo de criarme bajo el sistema comunal y así es como estoy acostumbrado a vivir y trabajar. Con algunos de mis asistentes es perfecto, sé quienes son y todo sobre ellos, pero hay otros que de repente, sin conocerlos, aparecen en mi estudio y les preguntas, y tú.. ¿tú quien eres y que haces aquí?, y cuando la respuesta me gusta pues se quedan. El ojo izquierdo le sigue llorando, Weiwei, ya viene la comida, yo estoy fucked por ser vegetariana en un restaurante baviero en el que la especialidad son las salchichas pero la ensalada de col y el kartoffeln puffer están deliciosos, y el knodel. A Weiwei le ha gustado mi mezcla de pretzel y sweet mustard, “no le enseñes esas guarradas” me dice el restaurador a lo que Weiwei contesta, “adoro los pretzels, me he cansado de comerlos tras vivir tantos años en NY. Me encantan”. Sigue cansado mientras le paso las mustards, sustituye la cerveza por agua y procuro que se sienta cómodo y relajado a pesar de su dolor de cabeza martilleante; a todo sin embargo, sigue respondiendo con esa mezcla de educación y prudencia.

¿De dónde has sacado ésas sillas para tus obras Weiwei?, son verdaderos tesoros. A mi me fascinan antigüedades como ésas. Y no es una o dos, son casi cien. No lo podía creer cuando empezaron a descargar los containers. Son verdaderas joyas, ¿cómo las has conseguido? Silenciosamente me mira tras esos ojos que parecen dos líneas casi rectas, calmadamente, como si sintiera que hubiera encontrado a un igual.
-He sido coleccionista de antigüedades durante años. ¿En serio? Qué suerte…..Sí durante años me dediqué a eso, a coleccionar piezas chinas. Antes mi país era una maravilla, encontrabas cosas increíbles. Sin embargo ahora se lo están cargando. Nadie sabe qué va a suceder, hacia donde vamos.

También me sorprende muchisímo que tras pasar tantos años en Occidente volvieras a Shangai. Y te quedaras. Además de que me resulta una valentía por tu parte como trabajas en tus obras la resistencia y crítica al régimen político. ¿Por qué sigues ahí?
-Yo también es algo que me pregunto constantemente. Es una sensación de angustia el vivir cada día, y se pone peor con los días, pero sin embargo hay algo que me hace no irme, no tirar la toalla. últimamente se está poniendo demasiado violento. Pero sí, yo también me pregunto si tiene sentido seguir ahí.

Quizás tenga que ver con la sensación de que quizás todo tenga un punto de trascendencia que va más allá de todo este entramado político. ¿No? Me sigue mirando fijamente, complice desde los ojos que apenas son dos líneas profundamente expresivas, en las que se ve que es alguien valiente, pero que a la vez sufre en silencio. A mí me gusta que tengas la doble experiencia, la de occidente y oriente, que sepas como funcionan los dos sistemas y los estés compaginando. Porque también es muy interesante ver como trabajas con ayudantes alemanes, americanos, coreanos, chinos. Me parece espectacular también la buena relación que has fomentado siempre con la prensa internacional, que te protege muchísimo. Y quizás, efectivamente, lo que no te haga irte es ese “algo” que te configura como una pieza clave para la nueva generación de jóvenes chinos a través de tu actividad artística y tu actitud por la defensa de la libertad. Mostrando un camino que es posible, pese al dolor, pese al miedo.
"Sí, creo que algo de eso hay, como si pudiera establecer un ejemplo para los jóvenes, poder trabajar con ellos . O generar algo que les sirva. Quizás poder llegar a ser una referencia con el paso de los años en una historia que se está desarrollando mientras la vivo. Pero cada vez es más duro, y en cuanto a lo del otro día..." (Ai Weiwei fue brutalmente golpeado el pasado agosto por la policía china, fueron los que le pegaron fuertemente sobre todo en la cabeza, y los que mas tarde lo encerraron en la prisión para sacarlo al cabo de unas horas, mientras se encontraba en un hotel junto a varios de sus ayudantes esperando a testificar en favor de un activista que defendió a las víctimas del terremoto de Sichuan en 2008), sigue hablando con calma pero teniendo sin embargo la constancia de que algo había sido grave, "it was a very stupid thing to do, no les abrí la puerta a los policías cuando me lo pidieron, en vez de abrir inmediatamente, les pedí la documentación y eso les hizo entrar con una violencia bestial. Y me agredieron tanto que ahora tengo todavía este dolor de cabeza fortísimo. Por supuesto que sabes que son policías, pero no les quería abrir, igual por intentar proteger a la gente que estaba conmigo, que se sintieran más seguros, pero no sirvió para nada. Lo único que conseguí fue que actuaran de una forma mucho más violenta".

La cena continuó con una charla más larga y comida y el dolor de cabeza que no remitía. Justo a la llegada de un periodista del Süddeutsche Zeitung, que entró como un volcán a bocajarro, Weiwei se levantó para fumar un cigarrillo y no volvió más que para despedirse antes de irse a dormir. “Take care of your head Weiwei, and I´ll see you on thursday when I come back from Madrid. A great pleasure to meet you”. Tenía previsto cita con el médico al día siguiente para chequear el origen del dolor y de nuevo, handshake, acompañado de esa media reverencia con la cabeza, como un buda de cuerpo y tamaño real, alguien bello y valiente. Y el ojito, que no dejaba de llorar.

Dos días más tarde Ai Weiwei fue operado en München como consecuencia de un derrame cerebral originado tras la brutal paliza recibida el agosto pasado.
Está bien y recuperándose. Por suerte.
Y la mermelada de higo de La Casita y la Pasta Frola que le preparó mi mamá para endulzar las mañanas de la recuperación postoperatorial se las daré el lunes.
Aquí os dejo el post de Chris, el director de Haus der Kunst, tras la visita al hospital esta mañana.

Recuerdo una de las frases que se me quedó de la conversación. “We only live once, you know, we only live once, and we should have the right to choose where and how we would like to live our lives”.

viernes, 11 de septiembre de 2009

little treats


-a stone i bought yesterday coming back home with the shopping, from the kids´ market. a "smiley stone". 100 % pure. es passt really well with a colorful bouquet of dahlien.
-my new veja sneakers. they come from brazil, in white, with the golden v in linnen. beautiful.
-die Kräuter Butter. I love this shit to spread it over the fresh-yummy german bread in the morning. Those amazing loafs just baked, dark, mmmm. Voll lecker.
-aperol in a "spritz": aperol with prosecco. instead of beer, - even though i really like the weizen/dunkelweizen Bier if i have to drink it-, i love to drink ein Spritz. really powerful the brightness of the orange, from the aperol.
-the N.Y. calls and the beautiful pics in the email. tiny surprises.
-to read the Süddeutsche Zeitung every friday morning, while everybody else, the rest of the world, is working or with a terrible hangover. The huge pages spread on the kitchen table with a coffee.
-my new house in Schwabing. one more time, moving in and out. i feel like a turttle. with one case for the clothes, one case for the papers/books/notebooks/negatives: work.
-the quick flights to Madrid under the excuse of work.
-the radio dept and its amazing "pet grief". puff, so beautiful, im hooked up. ;), also "world of its own" from Tingsek and finally the song "dance, dance, dance" by lykke li has been for days the first i hear in the morning, just awake.

El lunes nos vemos, alles liebe aus München,
f.

martes, 8 de septiembre de 2009

dienstag


“Stage” de Hedi Slimane. Hace años que I was craving for that book. Finalmente hoy lo compré. Volviendo de la expo de Thomas Schütte hacia el Büro para buscar la cámara pasé por Walther König. Me encanta la book shop del museo, siempre tan tranquila, dueña de una selección impecable. Al llegar de nuevo al desmontaje todo era blanco, o lo veía así en las salas: la inmensa escultura de yeso Mann im Matsch, los Teddy Bears. Sólo resaltaban del vacío los Kiste de madera con los que enviamos de vuelta las piezas y el color verde sandía y rosa fuerte de esa obra que me gusta tanto, Melonely mientras el equipo de chicos en el suelto envolvía los gajos en forma de enormes paquetes navideños para retornarlos al Moderna Museet de Estocolmo.
Y capas de tyvek y bubble wrap y cartón y madera y camiones y aviones.

La vida parece que decide por ti, -siempre ha sido así - porque aún creyendo que tienes todo bajo control no tienes ni voz ni voto. Lo único que puedo hacer tras la llamada esta mañana es decir, bueno, si ésas son las opciones que hay, intentaré cuadrarlas con aquello que siento es mi vida en este momento. Lo pensaba mientras caminaba rodeando el bellísimo edificio, pues sí que me gustaría pasar unos meses aquí entre la biblioteca y profesores para poder contrastar inquietudes personales, volver a combinar lo académico con lo profesional. Por el placer de saber. Los pasos se iban acercando solos al lugar, un chico moreno sentado en un banco chequeaba su portátil.
Y el sol y el verde de la hierba y su mirada sin miedo y el pelo oscuro sobre la cara.

Ese algo que va dictando las órdenes.
Y el cuerpo sigue a mis pies y mis pies a mi cabeza. Y toda yo camino.

viernes, 4 de septiembre de 2009

se acabó el verano





Se acabó el verano. Sí, sí, el trabajo vuelve al primer plano. Llegan los containers de Shangai con la obra de Ai Weiwei, recién ayer empezaron a descargar con una grúa inmensa las primeras piezas de “Template”, la famosa obra que se derrumbó en la Documenta de Kassel tras una fortísima tormenta hecha con unas puertas antiguas, absolutamente hermosas, de la dinastía Ming y que vamos a montar aquí tal cual se quedó en Kassel, plegada sobre sí misma. Yo me muero por que se empiece a montar "Chandelier", una de mis favoritas suyas y sus fotos de época de estudiante en Parsons en NY, a principios de los 80’s.
Así que toca ponerse el chip activo del otoño.
Haus der Kunst se reactiva, y yo con ella.

Se terminaron las holidays. Pero he tenido mis momentos de descanso en la casa de Sophie. Ella viene de Lindau, lugar situado en la parte alemana del Lago Constanza (3000 hectáreas de agua que unen las fronteras suiza, alemana y austríaca) un lugar de ensueño en el que hemos combinado el agua dulce con el sol, las reuniones con amigos y cenas con sabor a verano en el que las horas se pasan volando. Y sí, tuve una visión de las que hacía meses no tenía, me ví a principios del siglo pasado, vestida con vestidos de lino en colores claros y ligeros y un sombrero de paja protegiéndome del sol; una dama que acude a su casa del lago para curarse los ataques de asma de la ciudad y encontrar silencio para escribir, cuidar de sus plantas y retomar el contacto con la naturaleza. Me ví bien clarito, bien light, luz ligera, ligera luz, y la imagen me ha dado para investigar en una línea estética acorde al momento actual que siento, aunque fuera hace 100 años.
Vas y vienes, vienes y vas, y sin embargo todo es el ahora.
Unos días armónicos pues, en la preciosa Hütte de la familia de Sophie. Un hogar que se nota se ha ido construyendo de a poquito, como La Casita de mis padres, donde se han hecho las cosas despacito y con amor, llena de antigüedades y flores y paredes cubiertas de hiedra donde era un verdadero placer levantarte y desayunar en el jardín, vaguear, tomar el sol, estar con sus amigos de toda la vida, rodeada de verde eufóricamente calmado, bajar al lago y helados y paseos y charlas y risas y cocktails.
Dolce Vita a tuttiplén.

Y ahora, jetz, volvemos al trabajo y es la exposición retrospectiva de Ai Weiwei, el artista chino, que tiene por título “So Sorry”. Llega con un montaje espectacular, con su equipo de veinte ayudantes y dos cocineros que aterrizan en unos días junto al artista y su asistente alemana a trabajar porque inauguramos a mediados de octubre. Tengo muchas ganas de conocerlo.
La fachada está ya preparada para la obra inédita que ha hecho específicamente para el museo. De nuevo movimiento al 300%.
Exciting.

Os dejo mientras tanto con unas postcards vom Bodensee/Lago Constanza.
Maravilloso verano.
Vielen Dank liebe Sophie, es war so schön!! ;)

jueves, 3 de septiembre de 2009

sueño


Hoy soné que llegaba a un lago de agua salada, con el coche y amigos y me tiraba vestida al agua. Con uno de estos saltos en los que sientes que el tiempo se para antes de caer al agua y el estómago sube y baja antes de tocar la superficie. Una vez dentro del agua sentí que mi cuerpo caía succionado hacia abajo, burbujas, azul claro que se aleja, la corriente imposible de contener y el cuerpo que pesaba tanto que apenas podía moverme por la ropa que llevaba puesta, y me encontraba rapidísimo abajo, en el fondo, en un estado semiinconsciente en el que pensaba, bueno, te has ahogado, ya está, que bellas las imágenes que has tenido hasta aquí en tu vida, pasando rápido; como es de silencioso todo, el azul que te rodea, tan al fondo, quebrándose la luz en infinitos prismas que cambian los tonos del claro a oscuro, y justo cuando me estaba quedando sin aire y el pelo me cubría la cara y apenas tenía fuerzas para mirar, vi aparecer estos chicos nadando, buceando en dirección hacia mí, piel morena, shorts hechos con jeans cortados como bañador. chicos del lugar, de los que son medio anfibios al criarse junto al agua y me agarraban del fondo y tiraban hacia arriba llevándome con ellos. Al salir a la superficie mi vestido se había abierto y me sentía desnuda, no juegues con las corrientes aquí, son demasiado fuertes para ti, me dijeron al salir. Al fondo un volcán, podría estar perfectamente en Guatemala o Ecuador. Y unos minutos más tarde encontrarme con la gente con la que se suponía había llegado allí y desde el fondo los observaba, ausente, con mi vestido empapado, sentada en un sofá con una sudadera con capucha que me cubría el pelo todavía mojado y la mente se me iba al azul del agua y la forma en la que había tenido la naturaleza de arrastrarme hacia adentro hasta que llegaron ellos a recogerme. A devolverme a la vida.
El azul infinito. Rompiéndose con pequeñas burbujas de aire.

Una vez despierta bajé al río como siempre. Tomando el sol escucho un estruendo bien fuerte, como de alguien que cae al agua desde muy alto. Un grupo de adolescentes se habían subido al Mariannen Brücke, a unos 8 metros de distancia del agua, y se tiraban desde la barandilla. No lo podía creer. El miedo inconsciente que había aparecido en el sueño podía, a día de hoy, quitármelo de encima repitiendo el sueño pero esta vez estando despierta.
Y lo hice.
Me subí al puente y me tiré desde lo alto al agua, sin apenas pensarlo, casi detrás del chico al que había visto hacerlo hacía poco antes. Una caída al vacío total y absoluta donde el agua parecía que nunca llegaba, nunca llegaba; el estómago en la garganta y los segundos que parecen eternidades estancadas hasta que de repente ploooooooffff, te golpea la llegada a la superficie. el verde buceando y salir, la adrenalina por respiración.
Llegué nadando a la orilla, riéndome para mí.
Un miedo menos.

Es maravilloso poder confrontar el inconsciente una vez estás despierta.
Surrealista.

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