Como puede de resultar tan sencilla la vida a veces. Un sábado, día de escritura matutina, parte de ejercicio mental, parte de sauna. Un sol en el que por primera vez reconozco el verdadero verano de mi ciudad. Sandalias, vestido fresco de algodón y lectura. Lo único que me apetece es dar un paseo, tomar un helado, comprar una botella de apfelschorle. Ir al río, volver a casa, una buena ducha, pelo y piel limpios, un aceite con olor a limón cuando todavía el cuerpo está mojado. Comida suave, greens beans, tofu, toque de limón natural exprimido, puerro, chalotas y salsa soja con espárragos blancos frescos. Dormir una siesta con la ventana abierta, la piel desnuda, el olor a limón.
Encontrarme con amigos.
Y mañana lago.
Hacía quizás demasiados años que no sentía esta sensación de ligereza.
martes, 18 de agosto de 2009
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