cuanto más ordenada se encuentre la mente, más orden requiere el entorno en el que vivimos.
Se aguanta menos el caos, la acumulación, el demasiado de todo. O por lo menos es lo que me sucede, Cada vez menos cosas, menos acumular, menos tener. Las cosas que realmente aportan están en plena naturaleza. O son parte de ella.
O pertenecen a la sensorialidad- existe esta palabra?- biológica. los sentidos, el sexo. el dormir. Sentirse con el cuerpo cansado después de hacer deporte.
Cosas/ sensaciones sencillas y plenas.
Y luego como que comienza la tarea de limpieza/higiene interna. Es como que empezar con la mente es solo el principio. El cuerpo rechaza literalmente productos animales.
La alimentación se torna vegana, en la medida de lo posible y ligera. Sería díficil pensar el digerir una comida pesada, llena de grasas, animales, cadáveres.
Absoluto rechazo.
Se convierte en una especie de insulto hacia el cuerpo el optar por ese tipo de alimentación una vez la mente se enfoca. La noción de cuerpo como templo se acrecenta. NO en el sentido de la vanidad, sino en todo lo contrario.
Se busca la pureza. Poder ayudar mediante la ingesta de alimentos a limpiar y purificar el interior. Eliminar lo que sobra. Lo que genera malestar, pesadez, suciedad, demasiado trabajo de asimilar.
Es más un proceso de desintoxicación física el que procede al de la meditación. Se usa también el deporte más.
El mantener un cuerpo ágil, firme, en forma. Es también una senal de respeto hacia lo que somos. Hacia el caparazón que nos cubre durante el tiempo que vivimos.
Como si las cosas materiales perdieran importancia pues todo va y viene, y esa urgencia de huir, de estar siempre en movimiento de un sitio a otro, remite.
El centro infinito está en el interior.
Esa búsqueda de éxtasis continúo de euforia, también desaparece. NO hay un espacio de mayor unidad con uno mismo que el que se desarrolla gracias a la meditación trascendental.
Se pasa a otra fase, a otra dimensión en la que todo se funde. Igual tiene algo que ver con el nirvana que se vive consumiendo opiáceos por los drogodependientes, pero generado por el poder de la mente, no mediante sustancias externas.
Se está pero no se está.
Pero mientras el opio o la heroína convierten al drogodependiente en alguien que deja de utilizar su capacidad mental porque su vida se torna una búsqueda imparable de la droga que lo lleve de nuevo a ese estado, en el que se olvida de su cuerpo y mente, la meditación purifica al ser y lo convierte en alguien mucho más íntegro, sincero y en armonía con lo que realmente es.
Supongo que se trata de una misma búsqueda.
A través de medios opuestamente distintos.
domingo, 16 de junio de 2013
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