martes, 8 de septiembre de 2009

dienstag


“Stage” de Hedi Slimane. Hace años que I was craving for that book. Finalmente hoy lo compré. Volviendo de la expo de Thomas Schütte hacia el Büro para buscar la cámara pasé por Walther König. Me encanta la book shop del museo, siempre tan tranquila, dueña de una selección impecable. Al llegar de nuevo al desmontaje todo era blanco, o lo veía así en las salas: la inmensa escultura de yeso Mann im Matsch, los Teddy Bears. Sólo resaltaban del vacío los Kiste de madera con los que enviamos de vuelta las piezas y el color verde sandía y rosa fuerte de esa obra que me gusta tanto, Melonely mientras el equipo de chicos en el suelto envolvía los gajos en forma de enormes paquetes navideños para retornarlos al Moderna Museet de Estocolmo.
Y capas de tyvek y bubble wrap y cartón y madera y camiones y aviones.

La vida parece que decide por ti, -siempre ha sido así - porque aún creyendo que tienes todo bajo control no tienes ni voz ni voto. Lo único que puedo hacer tras la llamada esta mañana es decir, bueno, si ésas son las opciones que hay, intentaré cuadrarlas con aquello que siento es mi vida en este momento. Lo pensaba mientras caminaba rodeando el bellísimo edificio, pues sí que me gustaría pasar unos meses aquí entre la biblioteca y profesores para poder contrastar inquietudes personales, volver a combinar lo académico con lo profesional. Por el placer de saber. Los pasos se iban acercando solos al lugar, un chico moreno sentado en un banco chequeaba su portátil.
Y el sol y el verde de la hierba y su mirada sin miedo y el pelo oscuro sobre la cara.

Ese algo que va dictando las órdenes.
Y el cuerpo sigue a mis pies y mis pies a mi cabeza. Y toda yo camino.

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