luki siempre me decía "flo no podemos perder la perspectiva de porqué hacemos música y es porque nos divierte y pasamos un buen rato. Hacer algo bello porque sí, porque nos juntamos y hacemos una canción, y a mí me gusta que cantes sin saber cantar porque me gusta la forma en la que respiras al cantar, como usas los silencios. Todo eso es mucho más valioso que saber cantar y en el momento en el que perdemos esta perspectiva y entramos a pensar en otra serie de cosas como la industria y chorradas de la gente que lo rodea, estamos jodidos porque al final nos desvían del sentido de porqué hacemos música, que es algo tan sencillo y tenemos que mantenerlo así. Lo demás no importa, no lo puedes olvidar".
Y el problema es que creo que precisamente en este último tiempo había entrado en lo que no tenía que entrar a pensar, todas esas cosas que rodean algo tan sencillo como el de repente sentirme lo suficientemente a gusto como cuando estoy en mi cuarto a solas y cantando sobre los discos que me gustan de chet o billie o le doy una forma distinta a lo que escribo por medio de la música. Tan sencillo como eso, sin buscar nada más por mi parte o por la de los aquellos que también forman parte de este proceso que en los últimos tiempos se había convertido en todo lo contrario, algo díficil, cargado de responsabilidades. Muy díficil de mantener así de puro y simple.
Sin embargo ayer canté. En este rincón de Europa, cuando la voz hacía meses que estaba callada y silenciosa. Me encontré tan a gusto con la gente que me rodeaba que salió la voz, pura, sólo una guitarra. Y de repente las voces de alrededor se callaron y se instaló ese silencio en el que nadie apenas respira.
Ese silencio mágico y verdadero.
Lo que si que creo es que si sigo haciendo conciertos deben ser para grupos pequenos de gente en los que me pueda sentir bien arropada y en familia. Donde la voz pueda volver a correr limpia y sana, intensa y profunda, del fondo del estómago, como hacía tiempo no salía.
Listening now: Wildbirds & Peacedrums : Doubt/Hope.