martes, 11 de agosto de 2009

bauhaus-lehel


Tengo dos casas en München.
Una es el apartamento que le dejan a los artistas que vienen a montar las exposiciones en el Museo. Una especie de Bauhaus en miniatura en el ala west. Espacios amplios, blancos, entre industriales y funcionales. En relación al arte, la creatividad. El teléfono que suena, las puertas abiertas, diferentes idiomas, diferentes nacionalidades. Todos conviviendo juntos.
María dice que le recuerda, “así, con esas paredes blancas tan vacías, a los fondos que usa Richard Kern en sus fotografías”. A mí me gusta mucho por la vista al Jardín Inglés y la forma que tiene la luz de entrar por las mañanas, cuando lucha contra la bruma matutina y toma esa densidad que parece pudieras cortar con cuchillo cuando traspasa las cortinas de la habitación.
También hay ruidos por la noche. Cuando se queda alguien nuevo se hacen más evidentes. Como si subieran el volumen de la frecuencia con la que se expanden a través de las paredes. Están Los Pasos. “El perfecto efecto de sonido de pasos de zapatos de tacón en una película ” como lo describía alguien que los oyó una noche. Pero a mí no me molestan. Me acompañan cuando estoy sola y no me hacen daño. Los identifico a todos: los pasos, el tranvía que nunca pasa por la calle a las 3 de la madrugada y los movimientos de cosas pesadas cuando no hay nada arriba aparte de la intensa pared de granito que diseñó el arquitecto Paul Ludwig Troost antes de la segunda guerra mundial.

Mi otra casa es un bello apartamento modernista situado en Lehel, con madera clara por suelo y plantas enormes en las ventanas. Cuadros en la pared de exposiciones de Meret Oppenheim, o L’ univers des formes, la colección literaria dirigida por André Mallraux y Georges Salles dentro de la editorial Gallimard. Ésta es la casa de Johanna, una anticuaria de libros. Una mujer culta e independiente con la que las charlas sobre literatura y libros se suceden sin pausa. "Libros antigüos te los encuentras impecables desde antes de que se empezaran a usar químicos en las tintas. Del 1500 en adelante se ven en estado perfecto siempre y cuando no traigan hongos o mohos. Si son posteriores suele suceder que la tinta se ha borrado. Los químicos, horrible hallazgo."

Ahora estoy en casa de Johanna y estoy escribiendo mucho. Me levanto de madrugada cuando la cabeza se siente necesitada de papel y cuaderno para dejar las sensaciones plasmadas y poder volver al sueno. Levantarme de nuevo, volver a escribir antes de salir hacia el museo. Un día que hoy será más largo por no haber vuelto ayer después de comer por poner en claro una situación que no daba más de sí. Algo que se está dando solo, como parte de este extrano verano en el que a veces llueve y son los árboles frondosos de la ciudad los que sirven de refugio de la tormenta.