domingo, 7 de junio de 2009

código


La intuición no se mantiene callada. En estos últimos tres días está afilada como el metal, casi lee antes de visualizar. Entre aquello que sabes y que no sabes, entre lo que percibes como verdadero y no, se acumulan horas, días, semanas.
Tienes de repente un pequeño código secreto entre manos.
Y la opción de elegir.
Si sigues o no jugando.
Si continuas la partida o la dejas.
Una partida en la que visto desde fuera tienes todo que perder pero en la que sientes que no pierdes nada porque no tienes nada, y precisamente por eso se establece esa relación de no poder tremendamente poderosa.
En el fondo, y lo sabes, decides tú.
La otra parte simplemente marca la continuidad.
El siguiente paso.
El siguiente examen.
¿Estás preparada mmmm? ¿Puedes afrontar el reto?
Cada vez la prueba posee una mayor carga de profesionalidad,
encuentros, intercambios. Estancias en lugares comunes. Saber estar.
Yo aprendo, soy rápida aprendiz. Ávida de nueva información.
Y aquí entra la de nuevo la intuición guiándome. Cuando sí, cuando no, cuando es el momento de mantenerme a la sombra, dueña de la mayor discreción.

En silencio me guía.
Un código secreto.